La inauguración de una biblioteca pública es siempre una fiesta para la comunidad en la que se instala, abre expectativas y se ofrece para proporcionar una buena cantidad de servicios a los ciudadanos que la frecuentan.

Su dirección encargó a A Mano Cultura la decoración de sus salas de lectura con el objetivo de que desde la calle apeteciera a entrar a curiosear, a mirar más despacio lo que a través de los cristales se intuía: espacios amplios, estanterías, ordenadores, animación, gente tranquila leyendo… Y el núcleo de la propuesta, primero decorativa y luego como marca de la biblioteca, se centró en un árbol que está en la calle, junto a la entrada de la biblioteca. Un árbol que vive, que crece y cambia con las estaciones. Este árbol del exterior entró a la biblioteca y se convirtió en un árbol cuyas ramas dan refugio a los personajes de los cuentos. Cocodrilos, liebres, princesas y topos pintores. Y convertido en una silueta de vinilo se fija en los cristales para dejar a los libros crecer entre sus hojas y servir de columpio a una niña que parece disfrutar dichosa entre compañía tan ilustrada.

Para dar a conocer los servicios de la biblioteca se diseñaron varios paneles que funcionan además como un elemento participativo, pues buscan recoger la opinión de los usuarios sobre las actividades, peticiones sobre el fondo o convocatorias de otras actividades culturales del entorno. Los paneles ofrecen la imagen de un público heterogéneo y dinámico que tiene diversas motivaciones para asistir a la biblioteca.

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