La 77 edición de la Feria del Libro de Madrid se instaló de nuevo en el Parque del Retiro entre rayos, truenos y algunas centellas. Pero una vez allí a la Feria del Libro no hay quien la pare. Nosotros íbamos este año con inmejorable compañía: un bosque trazado por Pablo Herrero, unos vampiros y muchos libros. Rumanía era el país invitado y con él entraron en el Pabellón Infantil Drácula y su capa, Ionescu con su rinoceronte, el gato Cebollito con su poeta Ana Blandiana y muchos, muchos árboles repletos de habitantes.
Los centros escolares, las editoriales, autores e ilustradores, los narradores, talleristas, músicos, grupos de teatro y hasta magos, pusieron todas sus energías para que la lectura se hiciera posible durante estos días. El Pabellón Infantil ha ofrecido una programación con más de 58 actividades en horario de tarde y fines de semana patrocinadas por 43 editoriales y por las mañanas actividades dirigidas a los centros escolares con talleres con ilustradores como Adolfo Serra, Rocío Martínez, Alejandra Fernández, María Luisa Torcida, la escritora Ledicia Costas y las narradoras Ana Griot y Margarita del Mazo. Contamos una vez más con Anahí Muñoz que puso voz y cuerpo a cuentos de bosques y a fragmentos de poemas rumanos, buscando la participación de los niños y sus profesores. Y aunque el tiempo fue como fue y la hierba estaba mojada, muchos centros escolares nos solicitaron el picnic literario para tomarse el bocadillo entre libros y conversaciones literarias de alto nivel.
Todos insisten en que esta Feria del Libro de Madrid es muy popular y así lo experimentamos cada año en el Pabellón Infantil porque pasan y se quedan muchos niños y niñas que vienen de los barrios, de la provincia y también de otros lugares más distantes a pasar unas horas entre libros e historias. Con lluvia, con sol, contra viento y marea la Feria del Libro de Madrid reúne a muchos lectores y a muchos, que seguro, quieren serlo.